jueves, 16 de enero de 2014

Pablo Iglesias: de reformismos y frentes comunes

Por qué apoyar 'Mover ficha'.


Esta semana saltaba la noticia. El presentador de La Tuerka, profesor de la Complutense y tertuliano habitual, amenazaba con presentarse a las elecciones europeas en una candidatura unitaria y popular. Las reacciones no se hicieron esperar y desde la derecha nos encontramos con lo previsible, todo tipo de calificativos que van de radical a chavista pasando por proabertzale, nada nuevo bajo el sol. Lo interesante políticamente son las reacciones que se han producido en la izquierda ya que, la furia, las babas y las vísceras han superado considerablemente a las de la derecha. Se dice que Javier Parra, Secretario General del PCPV, continúa en estado de trance y ha convertido su Facebook en una cruzada personal contra el citado profesor. Dice que los accionistas de Cuatro y La Sexta están impulsando a Pablo Iglesias. Es curioso, cuando el diario Levante entrevistó al citado secretario general, nadie lo pusimos en nómina del entramado mediático. Sería prudente que no se atreviera a transitar ese camino empedrado, pues algunos podríamos salir por bulerías y recordarle a Moral Santín, a Bankia o los recortes que en Andalucía el PSOE acomete gracias al apoyo de Izquierda Unida. La Real Politik ya se sabe, es muy jodida. La inercia funciona como funciona e infinidad de amigos, compañeros o sencillamente oyentes del grupo, han venido a pedirme airadas explicaciones. No debería darlas pero me gusta la guerra y el combate de ideas y aquí estamos. No me siento cómodo apoyando esta candidatura (en esto coincido con Alba Rico, quién me lo iba a decir) porque todo el mundo sabe el espectro teórico del que provengo: sé que muchos de los que me felicitaron por este artículo (http://www.diario-octubre.com/2013/07/29/la-clase-obrera-hoy-canis-e-informaticos-respuesta-a-pablo-iglesias/ ) y lo colgaron en sus blogs y portales, hoy me van a lapidar. 
He apoyado a Pablo Iglesias por distintos motivos (y me represento a mí mismo, no a mi grupo. Todavía tendrá que reunirse el soviet supremo). El primero y más obvio es porque es mi amigo. Lo conozco personalmente y puedo dar fe de que se trata de una persona honesta que cree en lo que dice. Además (a diferencia de otros) nunca he tenido trato personal con cúpulas políticas o sindicales y me resulta grata la idea de que un conocido dispute el poder, será cosa del egorrevisionismo (no deja de resultar hilarante que se acuse de revisionismo desde las filas de IU, pero ese es un debate estéril). Supongo que era un paso inevitable pero muchos se sorprenden —o se hacen los sorprendidos— cuando en la cabeza de todos la idea de ver a Pablo Iglesias metido en política se materializaba cada vez que sintonizábamos la Sexta para verlo machacar a Marhuenda, Eduardo Inda o Alfonso Rojo. Es algo que, como se suele decir en el barrio, estaba cantado. Y estaba cantado por otro de los motivos por el cual apoyo esta candidatura: resulta insultantemente evidente que ahora mismo sería el mejor y más idóneo de los candidatos. Podría ponerme el disfraz de cínico y tirar de corrección política y hablar de humildad endulzando este escrito, pero me la he dejado en casa y voy a poner las cartas sobre la mesa y los puntos sobre las íes: ¿alguien puede mirarme a los ojos y decirme  que un Lara, un Centella o un Meyer son mejores candidatos que Pablo Iglesias? Por tanto aplicando la lógica, Pablo debería ser el candidato de ese ansiado frente de izquierdas. ¿O por un momento Izquierda Unida piensa que puede vencer bajo esas siglas? Eso no lo cree ya ni Julio Anguita (como le dijo al Follonero), de ahí el Frente Cívico. ¿Queremos vencer? ¿O sumar unos poquitos escaños más? Con IU tenemos asegurados unos poquitos escaños de más dada la situación económica y política del país; con un candidato nuevo y un frente común se podría incluso hasta soñar. Lo que es seguro y siendo cautos, es que sumaríamos. Claro que está la lógica y luego la lógica interna de los partidos. Aquí es dónde surge el conflicto y dónde nos topamos con la madre del cordero de todo este embrollo. 
La lógica aplastante nos dice que el candidato más preparado e idóneo debería encabezar un frente común, pero la lógica de partido nos dice que ni por asomo: un buen candidato es aquél capaz de soportar infinitos y tediosos procesos internos, un burócrata profesional que debe resistir hasta que las mentes más lúcidas del partido abandonen. La lógica aplastante nos dice que Tania Sánchez y Alberto Garzón son los más adecuados para ser portavoces en el congreso, pero la lógica de partido nos coloca a Cayo Lara y a Centella. Se dice (y desde la lógica de partido es un argumento impecable) que se trata de una candidatura desde arriba y sin contar con las bases, es decir, el eterno comodín, ese santo grial al que recurrir para negar esta candidatura, una especie de ente por encima del bien y el mal que nunca se equivoca. ¿Qué bases? ¿Las que encumbraron a Carrillo, nos vendieron en la Transición y nos obligaron a olvidar a nuestros abuelos en las cunetas con un servicio de orden que se dedicaba a incautar banderas republicanas en las manifestaciones del 77? ¿Las bases que firmaron Los Pactos de La Moncloa? ¿O más recientemente las bases que arrinconaron a Tania Sánchez en pos de Eddy Sánchez? A veces, por mucho que algunos se empeñen en glorificarlas, hay bases que dan miedo y toman decisiones terribles. Se suele decir que las cúpulas van por un camino y las bases por otro, pero olvidamos lo evidente: quien elige a las cúpulas son sus bases. Lo único sensato que han hecho mayoritariamente las bases en la última década ha sido elegir a Javier Parra (un comunista honesto y trabajador aunque un tanto cabezotas) como Secretario General del PCPV, pero no podemos esperar otros 10 años.
En la misma línea que mitifica las bases se grita una y otra vez que se hace sin contar con ellas: obviamente no se cuenta con las bases de IU pero eso no significa que el proyecto carezca de legitimidad. Ha pedido como condición el respaldo de la nada desdeñable cifra de 50.000 firmas de apoyo. Miles de firmas que probablemente no pertenecen a las bases de IU pero sí a la gente que hemos participado en las mareas, en los movimientos sociales y en todo tipo de movilizaciones. El problema es que hay quién piensa que el voto y opinión de un miembro del partido vale más que el voto y la opinión de un ciudadano anónimo que participa en detener un desahucio o en una manifestación de estudiantes. Pero seamos sensatos, eso tendría sentido si se tratase de un partido de vanguardia de revolucionarios profesionales atrincherados en la clandestinidad armados hasta los dientes y dispuestos a asaltar el Palacio de Invierno, en perfecta confluencia con los sectores populares más avanzados. Y por Marx, estamos hablando de Izquierda Unida no de los bolcheviques ni de los espartaquistas alemanes. El que piense que el voto y la opinión de un miembro de su coalición vale más que el de un anónimo luchador, es que no ha entendido nada. Podría darse una vuelta por Latinoamérica para analizar cómo confluyeron los procesos emancipatorios: allí no te pedían carné de partido para poder participar de dichos procesos. Por cierto y hablando de Latinoamérica, habrá gente que lleve lustros soportando congresos y trabajando día a día con las bases, siempre desde la cómoda oposición. Lo interesante es que tanto Pablo Iglesias como Juan Carlos Monedero y sobre todo Íñigo Errejón, se han visto en la tesitura de gestionar el poder (con todo lo que ello implica) trabajando codo con codo con el gobierno bolivariano como asesores directos. Resultaría ridículo que se les acusara de carecer de experiencia. Pero sigamos.
Se dice también que la candidatura no es más que el enésimo intento de Izquierda Anticapitalista de acceder a las instituciones, esta vez con una cabeza mediática visible.  El neo-trostkismo que vuelve a la carga con una nueva fracción. Rotundamente falso, si así fuera yo no apoyaría esta candidatura. No es ningún secreto que Izquierda Anticapitalista quiere ver mi cabeza en una pica y por todos son conocidas las arduas desavenencias que hemos tenido, sea entorno a la guerra en Siria o en Libia, sea entorno a Santiago Alba Rico y sus declaraciones y artículos sobre dichas guerras. Huelga decir que tampoco son ninguna novedad los permanentes desencuentros que he tenido con el mismo Pablo sobre el concepto «clase obrera», las experiencias socialistas, el EZLN o la historia del marxismo occidental. De hecho continúo pensando que debería trabajar tres meses en una fábrica sidero-metalúrgica para comprender por qué algunos hablamos de clase obrera y no de nuevos sujetos emergentes. Pero resulta que esto no va de debates teóricos, va de un país en plena emergencia social con niños que se desmayan en los colegios porque no hacen tres comidas al día y de familias que pasan frío porque no pueden encender la calefacción. Esto va de sumar, de converger y de por una vez por todas, enfatizar aquello que nos une y no aquello que nos separa. ¿Hay quién se reserva su opinión a la espera de conocer el programa? Menuda estupidez. 
Me importa un pimiento el maldito programa, mientras escribo estas líneas ni siquiera lo he leído, pero puedo asegurar que, en líneas generales, es muy parecido al de IU, al de IZAN, al de Bildu, al de las CUP, al PCPE, etc. En definitiva un programa que cualquier persona meridianamente progresista suscribiría: auditoría pública de la deuda, nacionalización de los sectores estratégicos, un plan de vivienda social y la inmediata recuperación de lo público (sanidad y educación) que nos saque de esta miseria extrema. ¿Reformismo? Como la copa de un pino, pero a veces hay que elegir entre reforma y revolución o entre reforma y la nada. Supongo que incluso a los guardianes del marxismo leninismo más ortodoxo les reconforta ver a los jóvenes de Gamonal tirando piedras a las fuerzas de orden público (aunque sea para evitar un Bulevar y no por la revolución socialista) o a sus vecinos parapetándose en un desahucio con los compañeros de la PAH (aunque la PAH abogue por un plan de vivienda social y no por una revolución de corte bolchevique). Estoy seguro de que se emocionaron con la lucha minera aunque entre sus objetivos directos no se encontrara la instauración de un régimen socialista sino el mantenimiento de sus puestos de trabajo. ¿O se atreverán a afirmar que los trabajadores de la limpieza de Madrid eran una horda de reformistas que luchaban únicamente por combatir un ERE y no por el socialismo? Cuidado que la línea que separa reforma de revolución es demasiado compleja. Aviso para navegantes: el que nos acuse de reformistas que se pregunte si ha participado en alguna manifestación en defensa de lo público o en alguna huelga. Si la respuesta es afirmativa que lo medite antes de gritar aquello de ¡reformistas! Si la respuesta es negativa que se pudra. Son los clásicos del marxismo los que nos recuerdan que en ocasiones la clase obrera se ve en la obligación de trazar alianzas estratégicas, fue el mismo Stalin el que defendió los Frentes Populares en los años treinta: hoy la amenaza no es el Tercer Reich sino ese fascismo de baja intensidad pintado de magenta que nos dice que la culpa es de los coches oficiales, que sobran autonomías y que los españoles deben ir siempre primero.
Volviendo al mundo real, Izquierda Anticapitalista se encuentra en una posición débil y no tiene más remedio que apoyar esta candidatura. Habría que ver qué harían si tuvieran asegurados un 10 ó un 12% de los votos, pero bienvenido a la política amigo, que no es otra cosa que un conflicto de intereses. Por tanto la operación se perfila evidente. Si Pablo Iglesias recibe un apoyo insignificante, Izquierda Unida se hará la sueca y le dará la espalda. Por el contrario, si Pablo Iglesias supera con creces y de forma muy holgada esa barrera de los 50.000 apoyos, Izquierda unida no tendrá más remedio que sentarse a negociar. Así funciona el juego: hay gente que no pega carteles, pero sí vota. Y su voto cuenta lo mismo. O incluso a lo mejor votan por primera vez. Ahora apliquemos la lógica y pensemos en los niños que no hacen tres comidas al día y no en intereses partidistas: ¿Quién obtendría más votos? ¿Izquierda Unida tal y como está o una candidatura común que englobe a Izquierda Unida, Izquierda Anticapitalista y tenga a Pablo como candidato y cabeza visible asentando un frente que podría consolidarse y romper el bipartidismo con vistas a las generales? Apliquen la lógica aplastante, no la lógica de partido. Es tan sencillo como apostar por los intereses generales en lugar de los particulares. Las elecciones europeas son una falacia y no restan, se trata de acumular poder de cara a las generales en un frente que aglutine distintas sensibilidades entorno a un programa de mínimos.
Por último, me gustaría apuntar que apoyo este proyecto siempre y cuando sea para sumar y sea para forzar esa negociación con Izquierda Unida, una negociación que considero legítima pues se haría con el respaldo de la gente en aras de formar ese ansiado frente común. Si el apoyo a Pablo no es suficiente (para mí tienen que ser algo más de 50.000 firmas) y la operación se va a reducir a arañarle un 1 ó un 1,5% de votos a Izquierda Unida, tal como me he subido a este proyecto, me bajaré. Sería contraproducente y un escenario triste. No lo haría por IU sino por la gente que sufre este robo a mano armada que se llama neoliberalismo. Una pequeña fracción sin más en la izquierda sería velar por intereses particulares y no generales. 
Firma si quieres forzar esa negociación por un frente común.

http://www.kaosenlared.net/territorios/t2/estadoespanol/item/78446-pablo-iglesias-de-reformismos-y-frentes-comunes.html

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